En Diciembre del 2006, jugadores de Liga Deportiva Universitaria y Barcelona protagonizaron un incidente bochornoso sobre el final del partido. La comisión disciplinaria de la FEF resolvió castigar a Agustín Delgado por un año calendario. Lo curioso e irrisorio es que, apenas a unos cuantos minutos de la determinación, Alex de la Torre, principal de dicha comisión, declaraba que la sanción del jugador inmediatamente pasaba al plano internacional. Con ligereza e ignorancia, De la Torre se atribuyó facultades extraordinarias que no le correspondían; pues para que el castigo se hiciera efectivo internacionalmente, hacía falta largos y tediosos procesos burocráticos. ¿Qué motivos llevaron a la comisión disciplinaria a imponer una sanción que sobrepasa su jurisdicciòn? Una de las razones fue la conflictiva relación de la FEF con Agustín (a partir de valientes declaraciones del máximo goleador nacional de la historia); otra bastante poderosa, fue la influencia de los medios, en especial, de una explosiva prensa porteña.
A propósito del tema, Fernando Carrión, Coordinador de Programas para la Ciudad de la FLACSO, manifestó que la prensa legitimiza los universos significativos de las sociedades; los periodistas no se comprometen únicamente con el hecho, sus distintas lecturas y percepciones, sino principalmente con los intereses y necesidades de su mundo, de su ambiento o contexto: estas necesidades e intereses son lo que Carriòn denomina universos significativos; sensaciones, costumbres o maneras de ver el mundo que están ahí, que no son medibles ni sensoriales, pero existen y forman parte intrínseca de una localidad, ciudad o sociedad específica.
En este caso, la prensa guayaquileña, evidenciando la enorme representación simbólica del Barcelo para ellos, vio en el Tin a un trasgresor de su región. Pero que no se confunda nadie, esta actitud no es exclusividad de los medios porteños. Si el incidente hubiera tomado lugar en Guayaquil y el Tin hubiera vestido de amarillo, la prensa capitalina hubiera tenido la misma reacción. Así, el hecho (el motivo de la sanción en definitiva), es secundario; se juzga bajo la mirada en universos de significados distintos, significados que son impulsados por los medios según sus preferencias. Lo penoso es que, al ser esto expuesto por la misma prensa, los universos significativos, siempre tan subjetivos, son asumidos como verdades. De este modo el Tin fue sancionado, fue héroe y villano, todo al mimso tiempo. ¿Hasta qué punto, entonces, las opiniones e incluso la información sobre el caso Delgado son justas y veraces? o, más claro, ¿hasta qué punto la prensa es coherente con su compromiso social?
A propósito del tema, Fernando Carrión, Coordinador de Programas para la Ciudad de la FLACSO, manifestó que la prensa legitimiza los universos significativos de las sociedades; los periodistas no se comprometen únicamente con el hecho, sus distintas lecturas y percepciones, sino principalmente con los intereses y necesidades de su mundo, de su ambiento o contexto: estas necesidades e intereses son lo que Carriòn denomina universos significativos; sensaciones, costumbres o maneras de ver el mundo que están ahí, que no son medibles ni sensoriales, pero existen y forman parte intrínseca de una localidad, ciudad o sociedad específica.
En este caso, la prensa guayaquileña, evidenciando la enorme representación simbólica del Barcelo para ellos, vio en el Tin a un trasgresor de su región. Pero que no se confunda nadie, esta actitud no es exclusividad de los medios porteños. Si el incidente hubiera tomado lugar en Guayaquil y el Tin hubiera vestido de amarillo, la prensa capitalina hubiera tenido la misma reacción. Así, el hecho (el motivo de la sanción en definitiva), es secundario; se juzga bajo la mirada en universos de significados distintos, significados que son impulsados por los medios según sus preferencias. Lo penoso es que, al ser esto expuesto por la misma prensa, los universos significativos, siempre tan subjetivos, son asumidos como verdades. De este modo el Tin fue sancionado, fue héroe y villano, todo al mimso tiempo. ¿Hasta qué punto, entonces, las opiniones e incluso la información sobre el caso Delgado son justas y veraces? o, más claro, ¿hasta qué punto la prensa es coherente con su compromiso social?